jueves, 10 de enero de 2008

...

Descubriste que respirabas y que por tanto

lo que oprimía al llanto

debía ser algo más fuerte, y, con suerte,

el llanto no surge, ni lento ni atropellado,

no emerge y se acumula, se suma

y si tiene que ahogarte lo hará sin

duda.




Que sea entonces la quiebra de lo invisible.

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