Fueron dos veces, y la tercera, la mano agarró con fuerza el trozo más grande en que se había destrozado la pieza.
Con la inercia que llevaba el propio elemento elevó su brazo por encima de su cabeza y al llegar a la máxima altura, regresó retrocediendo sobre su movimiento, hacia delante, pero con la energía que proporciona la rabia, y proyectó el pedazo contra el suelo.
Rebotó 2 veces, y a la tercera, la mano agarró con fuerza el trozo más grande en que se había destrozado la pieza.
Con la inercia que llevaba el propio elemento elevó su brazo por encima de su cabeza y al llegar a la máxima altura, regresó retrocediendo sobre su movimiento, hacia delante, pero con la energía que proporciona la rabia, y proyectó el pedazo contra el suelo.
Rebotó 2 veces, y a la tercera, la mano agarró con fuerza el trozo más grande en que se había destrozado la pieza.
Rebotó 2 veces
2 veces.
Contra el suelo.